El silencio estaba haciendo mucho ruido esta tarde, ya se me había hecho intolerante de escuchar así que encendí la radio para apaciguar el sonido impetuoso y molesto de ese silencio angustiante.
¿Dónde se habrá ido? Me indague al voltear las sábanas sucias empapadas de semen acumulado que aun conservaban el olor desenfrenado a homicidios cautivos entre las rajaduras del colchón.
No debe estar muy lejos, pensé, ha dejado todas sus cosas aquí, y su ropa todavía está impecable en el armario, guardaré su cartera por si regresa.
La voy a esperar, mientras cocinaré algo, aunque tengo el estómago un poco revuelto pero a lo mejor cuando ella vuelva tendrá hambre, por las dudas se lo voy a dejar listo en la heladera.
¿Y si no viene? ¿Y si no regresa nunca más? No, no puedo perderla. Mejor saldré a buscarla. Sí, eso voy hacer, la voy a ir a buscar.
Vagaré por toda la ciudad hasta que la encuentre y cuando la vea la tomaré fuerte de un brazo y me la traeré a la casa, todos los días me hace lo mismo, y siempre tengo que pasar la vergüenza de subirla al auto y tener que explicarle que eso está mal, que eso no se hace, que no puede irse sin avisarme, siempre la misma historia, pero yo no me voy a cansar de repetírselo hasta que ella entienda.
Así que me acicalé y emprolijé y partí a buscarla, iba bastante tranquilo de todas maneras. Amo a Melisa más que a mí mismo, y no cabría en mi la idea de que jamás vuelva, no la dejaré ir nunca y bajo ningún punto de vista voy a permitir que ella me abandone, la saldré a buscar cuantas veces ella me deje.
En eso que doblaba una esquina, alcancé a verla, estaba parada esperando, estoy seguro que me debe haber estado esperando todo el día allí. Me detuve. Ella se acercó con una sonrisa inmunda que me habían dado ganas de sacársela a puñetazos. No quería perder la calma, así que trate de simular sosiego.
Ella se subió como si nada al auto, sosteniendo esa risita incipiente, como queriendo convencerme de algo.
¿Dónde se habrá ido? Me indague al voltear las sábanas sucias empapadas de semen acumulado que aun conservaban el olor desenfrenado a homicidios cautivos entre las rajaduras del colchón.
No debe estar muy lejos, pensé, ha dejado todas sus cosas aquí, y su ropa todavía está impecable en el armario, guardaré su cartera por si regresa.
La voy a esperar, mientras cocinaré algo, aunque tengo el estómago un poco revuelto pero a lo mejor cuando ella vuelva tendrá hambre, por las dudas se lo voy a dejar listo en la heladera.
¿Y si no viene? ¿Y si no regresa nunca más? No, no puedo perderla. Mejor saldré a buscarla. Sí, eso voy hacer, la voy a ir a buscar.
Vagaré por toda la ciudad hasta que la encuentre y cuando la vea la tomaré fuerte de un brazo y me la traeré a la casa, todos los días me hace lo mismo, y siempre tengo que pasar la vergüenza de subirla al auto y tener que explicarle que eso está mal, que eso no se hace, que no puede irse sin avisarme, siempre la misma historia, pero yo no me voy a cansar de repetírselo hasta que ella entienda.
Así que me acicalé y emprolijé y partí a buscarla, iba bastante tranquilo de todas maneras. Amo a Melisa más que a mí mismo, y no cabría en mi la idea de que jamás vuelva, no la dejaré ir nunca y bajo ningún punto de vista voy a permitir que ella me abandone, la saldré a buscar cuantas veces ella me deje.
En eso que doblaba una esquina, alcancé a verla, estaba parada esperando, estoy seguro que me debe haber estado esperando todo el día allí. Me detuve. Ella se acercó con una sonrisa inmunda que me habían dado ganas de sacársela a puñetazos. No quería perder la calma, así que trate de simular sosiego.
Ella se subió como si nada al auto, sosteniendo esa risita incipiente, como queriendo convencerme de algo.
-Melisa ¿Dónde te habías metido? Le pregunté sin muchas expectativas
-Yo no soy Melisa. me dijo intrépida
-Te le pareces demasiado. Le contesté. Encima se hace la pelotuda me dije.
-Mmmm quizás. Pero de mi esta noche seguro que no te vas a olvidar.
Conducimos hasta la casa, ahí me iba a escuchar, no iba a dejar pasar por alto tremendo desplante.
Mientras se desvestía, no se daba la idea que esa noche se quedaría allí conmigo para siempre. Permanecería en mi vida aunque ella no lo quisiera. No toleraría de nuevo el ruidoso silencio que me deja cada vez que Melisa se va.
Así que la maté. Sí, la maté. No podrá escaparse otra vez a este amor que tengo hacia ella.
Y se me infla el pecho de orgullo al saber que tengo de nuevo a Melisa, es tan reconfortarle tenerla de vuelta en casa. Si no puedo tener su vida, pues entonces al menos debo tener su muerte. Yo sé que me ama también. La miro allí, postrada en mi cama, tan delgada, entregada a mi amor, abocada a permanecer para siempre a mi lado.
Eso te pasa por no hacer las cosas bien Melisa, le aclare entre suspiros.
Pero comienza luego a hacer ruido el silencio de nuevo, es tan molesto que ya no lo puedo escuchar, encenderé la radio. Quizás haga algo de comer, pensé. Seguro que cuando vuelva Melisa tendrá hambre. Yo tengo el estómago revuelto, pero a ella le encantará que le prepare una porción de pastel de papa cuando regrese a casa.
Ya es un poco tarde, me percaté al ver la hora, mejor voy a buscarla, si, la voy a ir a buscar. Donde se habrá ido. Toda su ropa está aquí, no debe haberse ido tan lejos. Otra vez lo mismo con esta hija de puta, me indigné, esta noche me va a escuchar. Ya va a ver.
Pero que excelente relato, te felicito.
ResponderEliminarLa eternidad como un laberinto de repeticiones corriendo delante del vacío. Y todas las noches la misma búsqueda; esa soledad es un Dios azteca que pide sangre, y tiembla de silencios,
Un fuerte abrazo, Me encantó.
Juan, me alegra que te haya gustado mi relato.
ResponderEliminarExcelente trabajo hicieron con ¿Nos Vemos a la vuelta
Me gustó, distintas emociones que surgieron a raíz de una oración, completaron las posibles situaciones en que se hallaba Juan creando una historia particular
Otra abrazo
Esto es muy bueno. El giro de la historia es simple, prolijo y sorpresivo. Es decir: es genial. Me gustan muchísimo las historias donde se incluye el desequilibrio de la realidad.
ResponderEliminarBuen relato, me han gustado mucho tus letras, es una lástima que no tengas como seguir el blog o yo no lo encuentro. Valentina ha sido un gusto leerte.
ResponderEliminarGarla me alegra que te guste lo que escribo,y que lo sepas apreciar. pensé que si se podía seguir mi blog, ya lo corroboraré, de todas maneras la opción "seguir" se encuentra en el extremo superior izquierdo.
ResponderEliminarUn abrazo