No recordaba si las últimas tres noches había dormido, no era algo que le preocupaba, de hecho no estaba segura de haber dormido durante la ultima década de su vida. Tampoco recordaba si cinco, doce o cuarenta cigarrillos había fumado en ese día, daba igual. El problema no era no recordar cuando fue la última vez que se acostó con alguien, el problema era no poder recordar con quien, tampoco, digamos que eso la perturbaba demasiado. Aunque al menos le hubiese gustado, por momentos, que un hombre la dejara con la memoria permanente y perfumada con el recuerdo desquiciado en su almohada cada noche y no pasaran desapercibidos en su boca ni en su habitación hasta terminar olvidados al día siguiente.
Daba igual, todo daba igual.
Sin duda un texto sobre el despojo, cuando ni siquiera hay heridas tras el llanto (llámese memoria quizás),
ResponderEliminarMe gustó mucho, un fuerte abrazo.
Muy talentosamente descripta la ausencia, gracias por compartir.
Gracias Juan por saberlo apreciar
ResponderEliminarUn gran abrazo